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martes, 29 de marzo de 2016

El perfil psicológico típico del terrorista

¿Por qué hay personas que se dejan arrastrar por grupos terroristas y criminales?

Cada vez que hay un atentado terrorista todo el mundo se pregunta lo mismo: “¿Cómo han sido capaces de hacer algo así?” ¿Es necesario tener algún tipo de psicopatología para realizar este tipo de actos? ¿Qué perfil tienen estas personas? ¿Cómo alguien es capaz de perder la vida por un ideal?
El factor de aparente irracionalidad de los terroristas es lo que más confunde a las víctimas, que no consiguen encontrar explicaciones lógicas en las acciones realizadas.

Terrorismo y enfermedad mental: ¿mito o realidad?

Para empezar, es importante saber que no existe un trastorno mental propiamente dicho para estas personas desde el punto de vista de la psicología clínica. No son psicópatas. Por tanto, en el sentido jurídico son personas totalmente imputables desde el punto de vista legal. Son conscientes de sus actos, tanto en la responsabilidad como en la capacidad para regir su voluntad. Sin embargo, algunos psicólogos hablan de patología social o política. Suelen carecer de sentimientos de culpa debido a sus creencias. Son considerados mártires. En ellos, aparece el pensamiento dicotómico, es decir, “o estás conmigo o estás contra mí”.
Su capacidad de matar o perder la propia vida se puede deber a antecedentes históricos o ideológicos, promesas de ascensión al paraíso, ratificación social o simplemente bienestar para él y/o su familia. La intención del terrorista va mucho más allá del simple asesinato múltiple. Su meta incluye provocar el efecto psicológico del caos, producir indefensión, desesperanza, terror, miedo, inseguridad. El terrorista cree que tiene un propósito, incluso puede llegar a considerarse como un salvador de la sociedad.

El perfil típico del terrorista

El perfil suele ser un chico joven, de entre los 20 a los 35 años. Las dificultades de adaptación social de estas generaciones, pueden favorecer estos actos desafiantes que llegan hasta el punto de dar la vida por unos valores, sin que esto suponga un trastorno psiquiátrico en sí mismo. Suelen ser hijos de inmigrantes que ahora viven en Occidente, pero que no han conseguido adaptarse (o no les hemos dejado) en el sistema occidental.
No son distintos a nosotros. De hecho, los seres humanos en situaciones extremas somos capaces de realizar este tipo de actividades con absoluta normalidad. ¿Un ejemplo? Las Guerras Mundiales o la Guerra Civil Española. Por no hablar de situaciones sociales y políticas como el Holocausto nazi. En ellas podías llegar a matar al vecino por el simple hecho de ser del otro bando. Aquí es donde aparece el concepto de categorización social, donde el hecho de categorizar nos convierte en “nosotros” y “ellos”.
En cuanto al grupo, hay presiones grupales y distorsiones perceptivas de grupo. Se produce una sobregeneralización, en la cual todo gira alrededor de sus creencias y pensamientos. Su ideología puede llegar a dominar lo que hacen y lo que piensan. Consideran a su grupo superior y la necesidad de merecer control y poder. Sienten su condición grupal, tienen vínculos morales, religiosos o nacionalistas.

Ideología, dogmatismo y desrealización

Sufren un proceso de desconexión de la realidad de forma lenta, así como una pérdida de empatía con sus víctimas. Tienen fuertes sentimientos de pertenencia y cohesión grupal. Son individuos que no actúan de forma aislada e individual. Dentro del grupo se satisfacen las necesidades personales que la sociedad no les ha proporcionado. Les proporcionan valores, motivaciones, e incluso esperanza. Así como la posibilidad de desempeñar un rol en las acciones grupales. Todo esto puede incluso conllevar al reconocimiento y prestigio que nunca han tenido, convirtiéndose en una motivación existencial y en una búsqueda de aceptación grupal.
El grupo cubre sus necesidades de comunicación, de ser escuchado. De forma que se acaban creando ideas compartidas en el grupo y por lo tanto reforzando la cohesión de los miembros. Eso supone una mayor identificación grupal, mayor obediencia, por la necesidad de seguir perteneciendo al grupo e incluso la posibilidad de realizar algún tipo de conducta que produzca resultados visibles dentro de la sociedad para mostrar su compromiso con “los suyos”.

El fanatismo y los factores psicológicos que lo desencadenan

Puede llegar a aparecer en momentos de máxima presión lo que en psicología se denomina “visión de túnel”, es decir, en una situación de peligro o de gran actividad, juntamente con una presión física y mental, la visión se enfoca simplemente a algún objeto común o peligro que se presenta (en este caso sería la sociedad occidental). Las jerarquías, la disciplina o el respeto a la autoridad, son algunas de las normas grupales que se establecen. La misma presión grupal exige ausencia de dudas y de críticas.
El sujeto, a veces, se considera a sí mismo como una víctima del sistema, mostrando severos problemas de identidad. Muchos son nacidos en Occidente, donde no se sienten integrados. No se sienten ni de un lado ni del otro. Esto, juntamente con las redes sociales, favorece la captación de jóvenes que necesitan obtener una identidad, un futuro, un sentido a su vida.
¿Son unos fanáticos? Puede ser. Los occidentales también lo somos. Nosotros también bombardeamos sus ciudades sin ningún tipo de problema, por el simple hecho de ser “ellos” y no “nosotros”. No hay que confundir todo esto con un lavado de cerebro. El simple sentimiento de pertenencia puede provocar una radicalización de los sujetos, un gran ejemplo básico son los radicales de los equipos de fútbol.
En definitiva, el terrorista suicida se hace, no nace.

fuente:psicologiaymente.net

lunes, 28 de marzo de 2016

¿Qué música escuchan las personas inteligentes?

Un desarrollador de software estadounidense estudió la relación entre la música y la inteligencia.

¿Qué música escuchan las personas inteligentes?
Imagen: https://www.flickr.com/photos/42439075@N04/

Una reciente investigación relaciona nuestros gustos musicales con las calificaciones académicas.

¿Qué música escuchan las personas inteligentes?

En un artículo anterior de Psicología y Mente, pudimos conocer un estudio que vinculaba la preferencia por estilos musicales determinados con la tendencia a poseer un cierto perfil de personalidad. En el estudio que hoy nos ocupa, Virgil Griffith, creador estadounidense de software y desarrollador de aplicaciones, se propuso investigar la vinculación entre los gustos musicales de las personas y su rendimiento académico. Las conclusiones del estudio fueron recogidas en el dossier “Music That Makes You Dumb” (Música que te vuelve estúpido).
Los resultados de este análisis pormenorizado fueron encontrados tras cruzar la calificación media en las pruebas de acceso a la universidad de los estudiantes con la música que publicaron y compartieron en la red social Facebook. Como vemos, una metodología poco científica, pero vale la pena hacernos eco de los resultados hallados, ni que sea como primera piedra hacia nuevas investigaciones que evalúen la relación entre estas dos variables: inteligencia y preferencias musicales.

¿Rock para inteligentes y reaggeton para tontos?

Según muestran los resultados, los jóvenes estudiantes que obtuvieron calificaciones más pobres fueron los que gustaban de escuchar artistas musicales como Lil Wayne, The Used, Beyoncé o Jay-Z, siendo los géneros del Hip Hop y el Reggaeton los más comúnmente escuchados por este tipo de estudiantes. Por contra, quienes obtuvieron una nota brillante en el examen de acceso fueron cruzados con el gran compositor Ludwig Van Beethoven.
Dentro del sector con calificaciones altas, también se reportaron repetidas veces bandas musicales como U2, Counting Crows, The Shins, Bob Dylan o los británicos Radiohead. Siguiendo de cerca esta destacada lista de grupos, Coldplay o Red Hot Chili Peppers.
Los gustos musicales de los alumnos promedio (los que no destacaron ni para bien ni para mal, los estudiantes promedio) incluían grupos como Pearl Jam, System of a Down, los míticos australianos AC/DC, Oasis o The Doors. El autor del estudio clasificó visualmente todos los datos en una tabla que fue publicada en su página web, y que a continuación os ofrecemos.

Discusión

Ciertamente, la metodología del estudio es cuestionable. Primero de todo, el estudio se presentó en los medios como la correlación hallada entre las variables inteligencia y gustos musicales, cuando realmente la investigación no medía rigurosamente ninguna de ellas. En cuanto a la primera, cabe señalar que establecer una simetría total entre inteligencia y rendimiento académico es bastante impreciso. Por lo que respecta a la segunda, es probable que lo que compartimos en Facebook no sea un criterio fiable para medir nuestros gustos y preferencias. 
Además, cabe explicar que, obviamente, no hay evidencia científica que permita decir que existe cierto tipo de música que nos hace "más inteligentes" o "más tontos". Es una cuestión estadística, mera correlación. Habrá que seguir investigando para ver hasta qué punto hay algún tipo de relación entre el nivel de inteligencia y la preferencia por unos u otros grupos musicales.

FUENTE:psicologiaymente.net